Gastronomía (del griegoγαστρονομία)1 ) es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno. Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario
y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña
parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede
afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios
componentes culturales tomando como eje central la comida.
Antigua Roma
En la Antigua Roma la cocina evolucionó de la frugalidad de la época republicana, basada en vegetales, legumbres y cereales, a la riqueza de la época imperial,
donde se importaban numerosos alimentos de países extranjeros, con gran
influencia de la cocina griega. Los romanos practicaron la avicultura y la piscicultura, así como la elaboración de embutidos, y perfeccionaron las técnicas relacionadas con el vino y el aceite. Solían cocinar con especias y hierbas aromáticas,
y les gustaba la mezcla de dulce y salado. También dieron mucha
importancia a la presentación de la comida y al ceremonial del acto de
comer, siendo famosos los fastuosos banquetes que organizaban los ricos y
nobles romanos. Igualmente, existieron numerosos tratadistas que
estudiaron el arte de la cocina, como Lúculo y Marco Gavio Apicio, autor del célebre recetario Apitii Celii de Re Coquinaria libri decem, muy valorado en el Renacimiento.2
Ave asándose en un espetón. Bajo el mismo hay una vasija para recoger los jugos y reutilizarlos para salsas. Ilustración del Decamerón, Flandes, 1432.
Edad Media
Herederas de la cocina griega y romana fueron la bizantina y la árabe: de la primera destacó su repostería, así como la elaboración de quesos y el gusto por los rellenos y la carne picada; la segunda recogió todas las influencias anteriores, junto las derivadas de Persia y el Oriente, mientras que en España (al-Andalus) desarrolló nuevos productos agrícolas, como el arroz, la caña de azúcar, la granada y la berenjena. La cocina árabe influyó en buena medida en la gastronomía medieval,
aunada a la rica tradición grecorromana. A pesar de las épocas de
intensa hambruna, en el Medievo fue muy valorada la gastronomía,
desarrollándose en gran medida la literatura gastronómica, con tratados
como The forme of Cury, escrito por el cocinero de Ricardo II de Inglaterra; Daz Buch von guter Spise, obra anónima editada en Alemania; Le Viandier, del francés Guillaume Tirel, apodado Taillevent; y Libre del Coch, del catalánRobert de Nola.3
Renacimiento
En el Renacimiento se revitalizó la cultura clásica, llegando la
gastronomía a altas cotas de refinamiento y sofisticación. Destacó la
cocina veneciana, que gracias a su comercio con Oriente favoreció la
importación de todo tipo de especias: pimienta, mostaza, azafrán, nuez moscada, clavo, canela,
etc. Un factor determinante para una nueva gastronomía fue el
descubrimiento de América, de donde llegaron nuevos alimentos como el maíz, la patata, el tomate, el cacao, los frijoles, el cacahuete, el pimiento, la vainilla, la piña, el aguacate, el mango, el tabaco, etc. En el Barroco empezó a destacar la gastronomía francesa,
que adquirió unas elevadas cotas de calidad de las que aún goza hoy
día. El cultivo de las artes culinarias en Francia fue favorecido por
los Borbones, especialmente por Luis XIV,
monarca de gran paladar; sin embargo, estas delicias culinarias estaban
reservadas a la aristocracia, mientras que la mayoría de la población
solía pasar hambre. Entre los tratados gastronómicos de la época
conviene resaltar el del español Francisco Martínez Montiño, titulado Arte de cocina, pastelería, bizcochería y conservería (1611).4
Edad Moderna
La Revolución Francesa marcó un punto de inflexión en la gastronomía
europea, que se extendió a nivel popular, siendo un acervo común de
todos los estamentos sociales, y no sólo los privilegiados. Surgieron
los restaurantes,
se extendió el uso de la conserva de alimentos (proceso favorecido por
la Revolución Industrial), y proliferó la literatura gastronómica, no ya
en simples recetarios, sino en obras de investigación y divulgación, de
teoría y ensayo, como la Fisiología del gusto de Brillat-Savarin (1826), o Le Grand Dictionnaire de Cuisine de Alexandre Dumas (1873); también apareció entonces la crítica gastronómica, con publicaciones como la Guía Michelin.
En el siglo XX ha tenido una especial relevancia la industria
conservera y la elaboración de alimentos precocinados, así como la
tendencia a la comida rápida (con productos como hamburguesas y frankfurts) y los preparados para microondas.
En sentido inverso, ha surgido una nueva preocupación por los alimentos
sanos y equilibrados, que han favorecido el surgimiento de nuevos
productos que destacan sus cualidades nutricionales. También hay que
destacar la revalorización de la cocina regional, favorecida por el
avance de los medios de transporte y el auge del turismo, que conllevó el retorno a una cocina natural y sencilla, hecho que marcó el punto de arranque de la nouvelle cuisine, que aúna la tradición y la sencillez con los nuevos adelantos y un cierto afán de innovación y experimentación.5 Como cocineros de relevancia se podría citar a: Auguste Escoffier, Joël Robuchon, Paul Bocuse, Heston Blumenthal, Donato de Santis, Karlos Arguiñano, Juan María Arzak, Ferran Adrià, Santi Santamaría, etc.6
Edad Contemporánea
Cuando hablamos de los orígenes de la cocina contemporánea todos
pensamos en Francia y por lo general en la Nouvelle Cuisine de los años
60 del S.XX. Pocas veces entendemos que este movimiento culinario no
sería posible sin toda una renovación, un cambio radical de concepción,
que tuvo lugar en el S.XIX y a comienzos del S.XX. Pero aún cuando lo
hacemos hay un nombre que nos viene a la cabeza por encima de cualquier
otro: Auguste Escoffier, el creador de una nueva forma de entender lo
culinario como negocio, de gestionar el restaurante y de cientos de
recetas que hoy son considerados clásicos franceses y de la alta cocina
internacional.
Es cierto que Escoffier tuvo la inmensa suerte de poder combinar su
indiscutible genio para la cocina con los avances de su época,
especialmente en cuanto a conservación y transporte de las materias
primas, lo que le permitió trabajar en terrenos hasta entonces
impensables. Pero no es menos cierto que todos esos logros apoyados en
los avances de su época no pueden entenderse sin el precedente, mucho
menos conocido pero al menos igual de trascendental, de Antonin Careme,
sin duda la figura clave en el paso de la cocina del antiguo régimen a
la contemporánea.
Careme es, además, un personaje tan irremediablemente francés que
hasta podría pasar por una caricatura en la que se mezclan los tópicos
con personajes de novelas de Victor Hugo. Tal vez venga de ahí la
veneración que se tiene hacia su figura en el pais vecino.
Como decía, todo en la vida de Careme es más propio de un dramón
decimonónico que de lo que nos puede parecer real: nacido en un barrio
humilde a orillas del Sena y en medio de entre 15 y 25 hermanos (depende
de las fuentes), su padre, estibador, se lo llevó a comer a una taberna
cuando tenía diez años. Y allí mismo, después de explicarle lo dura que
es la vida y los apuros de la familia, lo abandonó. Al poco tiempo ya
trabajaba como marmitón (supongo que podríamos traducirlo como pinche)
en la taberna La Fricasee du Lapin y antes de los 16 años ya era famoso
en Paris por sus habilidades, hasta tal punto que a esa edad lo contrató
Chez Bailly, el repostero más conocido de Francia. En su taller se
especializó en repostería y, especialmente, en el servicio de grandes
banquetes y, tras pasar por algún otro negocio, a los 21 años era dueño
de su propia pastelería, situada en la Rue de la Paix.
A lo largo de la década siguiente debió ir puliendo sus habilidades
sociales y aprovechando las oportunidades de codearse con la gente
adinerada para la que servía banquetes, ya que lo siguiente que se sabe
es que hacia 1805 trabajaba asiduamente para Talleyrand -primero
ministro y luego Gran Chambelán de Napoleón- y que en 1814 está
trabajando para el Zar Alexander I, por entonces establecido en Paris.
Después vino un peregrinaje que le hace estar al servicio del
Príncipe de Gales (futuro Jorge IV) en Londres, Lord Steward (embajador
británico en Viena), Lord Stairs (embajador británico en Paris), el
Príncipe Sterhazy (embajador austríaco en Paris) y el Barón Rothschild
antes de retirarse a los 47 años de edad para pasar los tres últimos
años de su vida dedicándose a escribir.
Pero al margen de su vida, que podría encontrarse en cualquier
biografía de la vieja escuela y que, en todo caso, lo convierte en el
primer Sart Chef (término que tanto gusta a los estadounidenses) de la
historia, lo realmente importante de Careme es su visión innovadora de
la cocina. Eso es lo que hace de él una figura auténticamente
revolucionaria.
Durante años se dedicó a estudiar el recetario tradicional francés
(tanto el popular como el de las clases adineradas) y, partiendo de esos
conocimientos, propuso una síntesis renovadora, lo que podríamos llamar
una "cocina francesa revisada" en la que por vez primera se
sistematizan los caldos, los fondos y las salsas. Aunque esa fuera la
única contribuición no sería poco, y no me refiero únicamente al hecho
de que la versión escrita de este recetario, su célebre Art de la
Cuisine aux XIX Siecle , ocupe cinco tomos (de los que, por cierto, no
hay publicado en España más que un pequeño extracto, lo que me parece
muy significativo), sino más bien a que sin ese estudio sistemático no
hubiera sido posible el trabajo de Escoffier y de todos los que vinieron
después.
Pero es que, además, Careme se adelantó en más de 150 años a la
Nouvelle Cuisine en cuestiones como su reivindicación del recetario
tradicional (algunos dirían ahora de la cocina del terruño). Y, aún más,
le sacó casi dos siglos de ventaja, con las lógicas diferencias y
limitaciones, a la cocina molecular que hoy está tan de moda y que nos
suena tan moderna al proponer el estudio analítico de algunas recetas
tradicionales como el Pot au Feu. Por primera vez se proponía el estudio
científico de la cocina.
Así que tenemos al primer Star Chef, al compilador del recetario
clásico francés y al gran renovador del mismo, al precursor de algunos
detalles de la Nouvelle Cuisine y de la relación ciencia/cocina... Y
pese a todo el gran público, incluso aquel que es capaz de situar a
Escoffier o a Brillat-Savarin, suele saber muy poco o casi nada sobre
él. Así que -será por mi gusto por las antigüedades y por el origen
remoto de las cosas- éste es mi granito de arena para que, por fin, se
le haga justicia.
La gastronomía como una deliciosa actividad
Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una
distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término
amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que
eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la
cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es
una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal
perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el
momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que
no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad.
La gastronomía de Colombia
es el resultado de la fusión de alimentos, prácticas y tradiciones
culinarias de las culturas indoamericanas locales, europeas
(principalmente española) y africana. Aunque no hay consenso en cuanto a
un único plato que represente a toda la gastronomía colombiana, se
destacan la arepa y el sancocho como los más representativos. Otros platos regionales destacados son la bandeja paisa, el ajiacosantafereño, la lechonatolimense y huilense y el mote de quesocosteño, entre otros.
El ajiaco y la bandeja paisa (abajo), dos de los platos más populares de Colombia, varían dependiendo de cada región.
De la diversidad de fauna y flora en Colombia surge una variada
gastronomía esencialmente criolla, con poca influencia de cocinas
extranjeras. Los platillos colombianos varían en preparación e
ingredientes por región e incorporan las tradiciones de las culturas
española, mestiza y afro. Algunos de los ingredientes más comunes en las
preparaciones son cereales como el arroz y el maíz, tubérculos como la papa y la yuca,
variedades de leguminosas (fríjoles), carnes como la vacuna, gallina,
cerdo, cabra, cuy y otros animales silvestres, pescados y mariscos. Es
importante también la variedad de frutas tropicales como el mango, el banano, la papaya, la guayaba, el lulo y la maracuyá.
Colombia no tiene un plato nacional, aunque son muy reconocidos el
sancocho y la arepa en sus distintas variantes. Entre los platos
regionales más representativos se encuentran el ajiaco santafereño, la bandeja paisa, el mote de queso, la lechona tolimense, la mamona o ternera a la llanera, el mute santandereano, el tamal y los pescados, sobre todo en las regiones costeras.2
En la Costa Caribe colombiana el platillo más popular es el sancocho, que varía en preparación e ingredientes: sancocho de mondongo, de costilla, de guandú con carne salada, de rabo, de pescados, de mariscos, de tortuga, de gallina y de chivo, entre otras especies.3 Otros platos son fritos como las arepas hechas a base de maíz (también pueden ser asadas), de las cuales la de huevo es la más famosa, la empanada, el patacón, las carimañolas a base de yuca, el friche (a base de las vísceras del chivo) y los quibbes; derivados de la leche como el queso costeño y el suero atollabuey, que acompaña especialmente los bollos
de maíz o de yuca; pescados en variadas preparaciones como el bocachico
o la mojarra, la cazuela de mariscos, los cocteles de mariscos; arroces
como el arroz con coco y el arroz de lisa;
animales de monte en distintas preparaciones como la icotea, la tortuga
frita o el pisingo; dulces como el enyucado, las alegrías, los queques o las cocadas; bebidas como el agua de panela, el raspao, los jugos de corozo y tamarindo y, entre las bebidas alcohólicas, el ron; frutas como la patilla, la guayaba, el zapote, el níspero, el anón, la guanábana, el tamarindo, el corozo, y el marañón; y múltiples preparaciones como el cayeye, las butifarras, la cabeza de gato, el pastel y la hayaca, entre otros.3
La arepa con chorizo es una comida rápida colombiana.
En la Región Andina se encuentran platos típicos de la región tolimense (departamentos de Tolima y Huila) como la lechona y el tamal,
mezcla de arroz con carne, pollo, cerdo y granos suaves envueltos en
hojas de plátano. La cocina cundiboyacense ofrece preparaciones como el masato, la chicha, la fritangas y los caldos, entre los que se destacan la changua o caldo de papa, el puchero santafereño, el ajiaco4 y otras especialidades como el cuchuco de espinazo de cerdo, preparaciones a base de pescado de río como el viudo de pescado,5
el puré de cubios con plátano maduro, el cocido de habas y guatila, la
torta de espinacas, dulces como el bocadillo veleño, el esponjado de
curuba, el flan de leche, la cuajada con melao, los dulces de uchuvas y
de papayuela, las coquetas y la torta de almojábana o flan muisca.6 En la cocina antioqueña se destacan los ingredientes como el cacao, la panela, el maíz, la trucha, la carne de res, frutas nativas como la guayaba y la piña, el plátano, el fríjol y el café. La bandeja paisa es el plato típico de esta región y en ocasiones ha sido considerado para ser plato representativo de Colombia.7 Además figuran otros platos como los fríjoles antioqueños, el sancocho antioqueño, el mondongo antioqueño, el hogao, el calentao, el pegao
y las variedades de arepa: la arepa paisa tradicional, la arepa de maíz
pelao o santandereana para la cual se pela el maíz en agua con cenizas,
y se asa en tejos de barro, y la arepa de chócolo con quesito antioqueño, entre otras; la "ropa vieja" y el aguardiente con su variedad de mistelas (Antioquia y Eje Cafetero), entre otros.7 Es típica de Santander
la pepitoria, preparada con las vísceras del cabro y con arroz (arroz
con pepitoria); el mute; la carne oreada; las hormigas culonas; y la morcilla, también conocida como rellena. En el departamento de Nariño, en el suroeste del país colindante con Ecuador, el plato más representativo es el cuy. Son representativos del Valle del Cauca el sancocho de gallina, el champús, el cholado, la lulada, el arroz atollao, el tamal valluno, las marranitas, los hojaldres, las chancacas de Buenaventura, las gelatinas, el manjar blanco, la sopa de tortillas, el bizcocho hateño o cuaresmero, el pandebono, el pan de yuca, la avena caleña, los aborrajados, las empanadas, el chontaduro, pescados y mariscos en distintas preparaciones en las costas del Pacífico.8
En los Llanos Orientales, la mamona o ternera a la llanera es el plato típico.
En la comarca antioqueña, aparte la gastronomía internacional, la
gastronomía tradicional trata de platos que nacieron y se desarrollaron
en contextos rurales aislados del resto del país durante generaciones,
los cuales han sobrevivido los procesos de industrialización, urbanismo y
globalización.
La Bandeja Paisa.
El plato típico antioqueño se compone por una bandeja con frijoles,
arroz, huevo, tajadas de maduro, chicharrón, carne molida, morcilla,
chorizo y aguacate
Gastronomía bogotana y del altiplano cundiboyacense
Asado.
Ajiaco.
La gastronomía bogotana y del altiplano cundiboyacense surge de los
indígenas muiscas y las tradiciones europeas. Los muiscas consumían
mazamorras de maíz y mazamorras de papa como alimentos tradicionales
condimentados con guasca para dar el sabor picante. Con la llegada de
europeos, se adicionó el pollo y otros condimentos que hicieron
trasformar las mazamorras en pucheros y luego desarrollaron diferentes
tipos de platos y sopas populares como el ajiaco, sancocho, la
mazamorra, mondongo, etc. La papa y la guasca son ingredientes
autóctonos de la región Andina y específicamente de la zona comprendida
hoy por Cundinamarca, Boyacá y parte de los Santanderes.9
Fritanga bogotana
- Compuesta de gallina asada, chorizos, morcilla, ubre de res,
chunchullo intestinos de res), papa criolla, papa sabanera, yuca y
refajo (bebida que se obtiene mezclando cerveza con una gaseosa cola).
Arepas(de queso, de queso y bocadillo,con carne, con pollo, con champiñones, con jamón,con chorizo, con huevo.. como la pida)
Gastronomía vallecaucana
La cocina vallecaucana se creó en el centro del Valle del Cauca en inmediaciones de Buga y Cartago
y la región pacifica .La cocina vallecaucana se originó de la cocina
del Cauca Grande en Popayán e incluye ingredientes de la cocina del
litoral pacífico.
En el 2005, la Unesco designó a la ciudad de Popayán,
como la primera ciudad de la gastronomía por su variedad y significado
para el patrimonio intangible de los colombianos. La cocina caucana fue
seleccionada por mantener sus métodos tradicionales de preparación a
través de la tradición oral.1011
Pargo rojo frito con plátano frito arroz y ensalada.
Butifarras soledeñas.
Los platillos de la Costa Caribe
varían en preparación e ingredientes por región e incorporan las
tradiciones de las culturas indígena, europea, negra y mestiza. Se
encuentran ingredientes como pescados de mar y de río, mariscos, carne
de res, pollo, cerdo, animales de monte, yuca, plátano, ñame, legumbres, derivados de la leche, arroz, maíz y frutas nativas. El platillo más popular de la región es el sancocho
que varía en preparación e ingredientes: de res, pescado, mariscos,
tortugas, gallina, chivo, venado, entre otras especies nativas.12
Las Empanadas de harina con guiso base en arroz cocido y arveja
ídem, (el guiso compuesto puede variar infinitamente). Nunca con guiso
base de papa. (Ver empanada en Colombia)
Las Empanadas de añejo con guiso base en arroz cocido y arveja ídem,
(el guiso compuesto puede variar infinitamente). Nunca con guiso base
de papa. (Ver empanada en Colombia)
Las hojaldras o tortillas de harina.
Deditos de queso.
Pastel de queso (pastelillos elaborados en hojaldre blando dulce).
Las orejas (hojaldre sólido y azúcar).
Las berlinas (especie de donout o dona)
Bebidas
Los hervidos: Bebidas calientes preparadas a base de jugo de frutas, usualmente lulo, mora, o maracuyá, y licor tipo aguardiente o chapil.
Canelazos: La bebida anterior, preparada con infusión de canela.
El frito o fritada: especie de fricasé de carne generalmente de cerdo y que se acompaña con mote, crispetas (maíz pira) tostado, papas con cáscara, o con tortillas de papa o Lapingachos
El mote (maíz tierno pilado y cocido).
El hornado: cerdo preparado al horno, se acompaña de mote.
La trucha arcoíris asada en el corregimiento de El Encano, laguna de la Cocha
La juanesca o fanesca, un plato típico tradicional en la Semana Santa a base de zapallo o auyama.
Las almendras de leche: dulces cuya forma característica (aunque no el sabor y los ingredientes) es de una almendra pues se elaboran con leche y canela.
Las colaciones de azúcar: bombones coloreados de caramelo batido con anís.
Gastronomía (del griegoγαστρονομία)1 ) es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno. Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario
y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña
parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede
afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios
componentes culturales tomando como eje central la comida.
En la Antigua Roma la cocina evolucionó de la frugalidad de la época republicana, basada en vegetales, legumbres y cereales, a la riqueza de la época imperial,
donde se importaban numerosos alimentos de países extranjeros, con gran
influencia de la cocina griega. Los romanos practicaron la avicultura y la piscicultura, así como la elaboración de embutidos, y perfeccionaron las técnicas relacionadas con el vino y el aceite. Solían cocinar con especias y hierbas aromáticas,
y les gustaba la mezcla de dulce y salado. También dieron mucha
importancia a la presentación de la comida y al ceremonial del acto de
comer, siendo famosos los fastuosos banquetes que organizaban los ricos y
nobles romanos. Igualmente, existieron numerosos tratadistas que
estudiaron el arte de la cocina, como Lúculo y Marco Gavio Apicio, autor del célebre recetario Apitii Celii de Re Coquinaria libri decem, muy valorado en el Renacimiento.2
Ave asándose en un espetón. Bajo el mismo hay una vasija para recoger los jugos y reutilizarlos para salsas. Ilustración del Decamerón, Flandes, 1432.
Edad Media
Herederas de la cocina griega y romana fueron la bizantina y la árabe: de la primera destacó su repostería, así como la elaboración de quesos y el gusto por los rellenos y la carne picada; la segunda recogió todas las influencias anteriores, junto las derivadas de Persia y el Oriente, mientras que en España (al-Andalus) desarrolló nuevos productos agrícolas, como el arroz, la caña de azúcar, la granada y la berenjena. La cocina árabe influyó en buena medida en la gastronomía medieval,
aunada a la rica tradición grecorromana. A pesar de las épocas de
intensa hambruna, en el Medievo fue muy valorada la gastronomía,
desarrollándose en gran medida la literatura gastronómica, con tratados
como The forme of Cury, escrito por el cocinero de Ricardo II de Inglaterra; Daz Buch von guter Spise, obra anónima editada en Alemania; Le Viandier, del francés Guillaume Tirel, apodado Taillevent; y Libre del Coch, del catalánRobert de Nola.3
Renacimiento
En el Renacimiento se revitalizó la cultura clásica, llegando la
gastronomía a altas cotas de refinamiento y sofisticación. Destacó la
cocina veneciana, que gracias a su comercio con Oriente favoreció la
importación de todo tipo de especias: pimienta, mostaza, azafrán, nuez moscada, clavo, canela,
etc. Un factor determinante para una nueva gastronomía fue el
descubrimiento de América, de donde llegaron nuevos alimentos como el maíz, la patata, el tomate, el cacao, los frijoles, el cacahuete, el pimiento, la vainilla, la piña, el aguacate, el mango, el tabaco, etc. En el Barroco empezó a destacar la gastronomía francesa,
que adquirió unas elevadas cotas de calidad de las que aún goza hoy
día. El cultivo de las artes culinarias en Francia fue favorecido por
los Borbones, especialmente por Luis XIV,
monarca de gran paladar; sin embargo, estas delicias culinarias estaban
reservadas a la aristocracia, mientras que la mayoría de la población
solía pasar hambre. Entre los tratados gastronómicos de la época
conviene resaltar el del español Francisco Martínez Montiño, titulado Arte de cocina, pastelería, bizcochería y conservería (1611).4
Edad Moderna
La Revolución Francesa marcó un punto de inflexión en la gastronomía
europea, que se extendió a nivel popular, siendo un acervo común de
todos los estamentos sociales, y no sólo los privilegiados. Surgieron
los restaurantes,
se extendió el uso de la conserva de alimentos (proceso favorecido por
la Revolución Industrial), y proliferó la literatura gastronómica, no ya
en simples recetarios, sino en obras de investigación y divulgación, de
teoría y ensayo, como la Fisiología del gusto de Brillat-Savarin (1826), o Le Grand Dictionnaire de Cuisine de Alexandre Dumas (1873); también apareció entonces la crítica gastronómica, con publicaciones como la Guía Michelin.
En el siglo XX ha tenido una especial relevancia la industria
conservera y la elaboración de alimentos precocinados, así como la
tendencia a la comida rápida (con productos como hamburguesas y frankfurts) y los preparados para microondas.
En sentido inverso, ha surgido una nueva preocupación por los alimentos
sanos y equilibrados, que han favorecido el surgimiento de nuevos
productos que destacan sus cualidades nutricionales. También hay que
destacar la revalorización de la cocina regional, favorecida por el
avance de los medios de transporte y el auge del turismo, que conllevó el retorno a una cocina natural y sencilla, hecho que marcó el punto de arranque de la nouvelle cuisine, que aúna la tradición y la sencillez con los nuevos adelantos y un cierto afán de innovación y experimentación.5 Como cocineros de relevancia se podría citar a: Auguste Escoffier, Joël Robuchon, Paul Bocuse, Heston Blumenthal, Donato de Santis, Karlos Arguiñano, Juan María Arzak, Ferran Adrià, Santi Santamaría, etc.6
Edad Contemporánea
Cuando hablamos de los orígenes de la cocina contemporánea todos
pensamos en Francia y por lo general en la Nouvelle Cuisine de los años
60 del S.XX. Pocas veces entendemos que este movimiento culinario no
sería posible sin toda una renovación, un cambio radical de concepción,
que tuvo lugar en el S.XIX y a comienzos del S.XX. Pero aún cuando lo
hacemos hay un nombre que nos viene a la cabeza por encima de cualquier
otro: Auguste Escoffier, el creador de una nueva forma de entender lo
culinario como negocio, de gestionar el restaurante y de cientos de
recetas que hoy son considerados clásicos franceses y de la alta cocina
internacional.
Es cierto que Escoffier tuvo la inmensa suerte de poder combinar su
indiscutible genio para la cocina con los avances de su época,
especialmente en cuanto a conservación y transporte de las materias
primas, lo que le permitió trabajar en terrenos hasta entonces
impensables. Pero no es menos cierto que todos esos logros apoyados en
los avances de su época no pueden entenderse sin el precedente, mucho
menos conocido pero al menos igual de trascendental, de Antonin Careme,
sin duda la figura clave en el paso de la cocina del antiguo régimen a
la contemporánea.
Careme es, además, un personaje tan irremediablemente francés que
hasta podría pasar por una caricatura en la que se mezclan los tópicos
con personajes de novelas de Victor Hugo. Tal vez venga de ahí la
veneración que se tiene hacia su figura en el pais vecino.
Como decía, todo en la vida de Careme es más propio de un dramón
decimonónico que de lo que nos puede parecer real: nacido en un barrio
humilde a orillas del Sena y en medio de entre 15 y 25 hermanos (depende
de las fuentes), su padre, estibador, se lo llevó a comer a una taberna
cuando tenía diez años. Y allí mismo, después de explicarle lo dura que
es la vida y los apuros de la familia, lo abandonó. Al poco tiempo ya
trabajaba como marmitón (supongo que podríamos traducirlo como pinche)
en la taberna La Fricasee du Lapin y antes de los 16 años ya era famoso
en Paris por sus habilidades, hasta tal punto que a esa edad lo contrató
Chez Bailly, el repostero más conocido de Francia. En su taller se
especializó en repostería y, especialmente, en el servicio de grandes
banquetes y, tras pasar por algún otro negocio, a los 21 años era dueño
de su propia pastelería, situada en la Rue de la Paix.
A lo largo de la década siguiente debió ir puliendo sus habilidades
sociales y aprovechando las oportunidades de codearse con la gente
adinerada para la que servía banquetes, ya que lo siguiente que se sabe
es que hacia 1805 trabajaba asiduamente para Talleyrand -primero
ministro y luego Gran Chambelán de Napoleón- y que en 1814 está
trabajando para el Zar Alexander I, por entonces establecido en Paris.
Después vino un peregrinaje que le hace estar al servicio del
Príncipe de Gales (futuro Jorge IV) en Londres, Lord Steward (embajador
británico en Viena), Lord Stairs (embajador británico en Paris), el
Príncipe Sterhazy (embajador austríaco en Paris) y el Barón Rothschild
antes de retirarse a los 47 años de edad para pasar los tres últimos
años de su vida dedicándose a escribir.
Pero al margen de su vida, que podría encontrarse en cualquier
biografía de la vieja escuela y que, en todo caso, lo convierte en el
primer Sart Chef (término que tanto gusta a los estadounidenses) de la
historia, lo realmente importante de Careme es su visión innovadora de
la cocina. Eso es lo que hace de él una figura auténticamente
revolucionaria.
Durante años se dedicó a estudiar el recetario tradicional francés
(tanto el popular como el de las clases adineradas) y, partiendo de esos
conocimientos, propuso una síntesis renovadora, lo que podríamos llamar
una "cocina francesa revisada" en la que por vez primera se
sistematizan los caldos, los fondos y las salsas. Aunque esa fuera la
única contribuición no sería poco, y no me refiero únicamente al hecho
de que la versión escrita de este recetario, su célebre Art de la
Cuisine aux XIX Siecle , ocupe cinco tomos (de los que, por cierto, no
hay publicado en España más que un pequeño extracto, lo que me parece
muy significativo), sino más bien a que sin ese estudio sistemático no
hubiera sido posible el trabajo de Escoffier y de todos los que vinieron
después.
Pero es que, además, Careme se adelantó en más de 150 años a la
Nouvelle Cuisine en cuestiones como su reivindicación del recetario
tradicional (algunos dirían ahora de la cocina del terruño). Y, aún más,
le sacó casi dos siglos de ventaja, con las lógicas diferencias y
limitaciones, a la cocina molecular que hoy está tan de moda y que nos
suena tan moderna al proponer el estudio analítico de algunas recetas
tradicionales como el Pot au Feu. Por primera vez se proponía el estudio
científico de la cocina.
Así que tenemos al primer Star Chef, al compilador del recetario
clásico francés y al gran renovador del mismo, al precursor de algunos
detalles de la Nouvelle Cuisine y de la relación ciencia/cocina... Y
pese a todo el gran público, incluso aquel que es capaz de situar a
Escoffier o a Brillat-Savarin, suele saber muy poco o casi nada sobre
él. Así que -será por mi gusto por las antigüedades y por el origen
remoto de las cosas- éste es mi granito de arena para que, por fin, se
le haga justicia.
La gastronomía como una deliciosa actividad
Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una
distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término
amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que
eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la
cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es
una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal
perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el
momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que
no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad.